lunes, 26 de noviembre de 2012

La esencia de la creación, 'Material inflamable'

Los días 24 y 25 de noviembre, el Teatro Central se vistió de gala con una de las programaciones más imprescindibles de la temporada, 'Material inflamable', de Guillermo Weickert. Una pieza que tras recorrer importantes espacios escénicos y girar, sobre todo, por los senderos interiores de Guillermo, llegaba al Central revisada en un formato si no definitivo, sí completo, coherente y conmovedor.

Partimos del principio de que no habrá crítica que haga justicia a lo que evoca esta pieza. Nadie con sus palabras, negro sobre blanco, podrá acercarse mínimamente al efecto y contenido que pudimos ver en Sevilla. Acercarse a tan inmensa fuente de sensaciones y materiales me provoca un sentimiento de alta pequeñez. Me acerco con cuidado y máximo respeto, y advierto de que lo que aquí escribo probablemente solo será apto para apasionados y defensores del arte escénico. Quien desee saber más o entender lo que aquí narro, solo tiene que perseguir lo que espero que sea la gira más fructífera de Guillermo Weickert.

Una gran luz blanca nos recibe inundando la sala, y Guillermo, en una esquina, nos espera paciente, cara a cara. Estamos todos al descubierto y él sin esconderse ya está haciendo su declaración de intenciones. A partir de ahí, nada esconderá. Nos da ese lugar protagonista o acompañante de público cómplice a su cara descubierta y nos dice que sin ambages nos está esperando. Comienza el espectáculo luminoso y sincero.

Como si de una obra épica se tratara, viajamos durante casi una hora sin descanso. Una gesta por caminos distorsionados que componen, descomponen, deshacen y enhebran los materiales del coreógrafo. Nos adentramos en nudos de creación interior mostrados en un cuerpo imponente que tensa las posibilidades físicas y creativas. La información se acumula y nos emborrachamos girando o siguiendo brazos que dibujan ochos infinitos. Con su cabeza y sus manos estamos dentro, estamos en Guillermo, en su pasado, en sus fuentes... en su material. Borrachos de movimiento, entramos en trance, no nos mareamos, seguimos un lenguaje lógico que repite para innovar, que juega para reinventar, que siembra para regalar, con el que discute y disfruta.

El cuerpo se hace infinito, múltiple y sobrenatural. Los yoes personales sobre el escenario nos dicen "aquí estoy", no hay más o lo hay todo, soy yo y mi trayecto, desnudo me muestro. En una especie de metaescena, vemos y recibimos tanta información y estímulos como puede haber en la mente de un coreógrafo, nos acercamos a sus contradicciones, a su deseo de transmitir y bailar. Y se nos empieza a inflamar el pecho porque estamos recibiendo esa intensidad nerviosa del creador que con deseo y pasión quiere soltar lo que tiene dentro, pero que pelea en ocasiones con las barreras para saltarlas y volverlas a construir.

Está solo y acompañado por su pasado y su presente, por tanto aprendido y vivido, pero está acompañado, porque desde el principio, bajo una luz blanca y mirándonos calmo, nos dijo: aquí estoy y aquí estáis. Entonces quiere más, pero se angustia, se vuelve a enrollar en sí mismo, se frena en la fluidez o se deja llevar y rebota su cuerpo en incesantes quiebros que nunca esperamos, que siempre sorprenden.

La tela es dorada, la vemos tendida sin construir aún en el suelo, la luz viaja con él, de oscuros, íntimos y sugeridos momentos a otros más abiertos. Pero siempre viaja, como viaja con él su equipo, porque Paloma Parra está respirando con él para abrirle las estancias que necesita y prender las chispas más oportunas.

Es una noche dorada, de galas y reflejos, de fuegos. El dorado, como color propio de la escena, del teatro, como color de lo fastuoso, del lujo... puede ser impostado, puede ser ficticio o puede ser incandescente como el fuego. Cuando la tela sube y enmarca el espacio y se refleja en nuestras caras, las contradicciones cogen su sentido, e iluminada exquisitamente y ondeada por vientos suaves se convierte en los rayos eternos del creador. Lo dorado es grande, es luminoso, es pasional, pero también es reflejo, apariencia y superficialidad... Se trata en 'Material' entonces de darle calidez a esas contradicciones y quitarle al oro su papel de impostura para darle la máxima calidez. Guillermo, con su sinceridad y su viaje, le da al oro el tono más rojo, el de la pasión y la sinceridad.


Y seguimos viajando sin parar por movimientos que entran y salen del cuerpo, que se abren para volver a entrar, porque estamos saliendo y entrando por sus miembros, como lo hacemos con él, con el coreógrafo. Viajamos por ese espacio externo de la escena y por el interno del creador. Y vuelta a empezar, no acaba, puede ser infinito, cuánta capacidad tiene un creador de dar, dónde está el límite a tanto como quiere expresar, como tiene dentro. Y vuelta a caer cruzando las piernas en un 4 y vuelta a la contorsión... Me desconcierto ante las capacidades, me dejo llevar, me emborracho, ya soy suya, no hay vuelta atrás, estoy en su mundo y quiero más.

Cuando reposa y marca la pausa con su gesto, su mirada y potente dominio conocido de la interpretación, me hago cómplice y entiendo, entiendo y agradezco estar ahí, en su mundo de sufrimientos, de ardores y desconciertos. Una perspectiva sobre su gesto, sobre lo vivido, lo aprendido. Mirar atrás, construir pisando sobre lo aprendido, visto. Pisar sobre los caminos duros del creador, del bailarín con un aplomo difícil de ver. Y entonces camina por la tela más bella, su tela dorada, camina y discute sobre sí mismo, consigo mismo. Una esquizofrenia deliciosa. Pisar sobre un camino que brilla, quema y lleva galas. No está solo porque tiene entidades e identidades distintas, opuestas y complementarias, inseguras o luchadoras, enrabietadas y tristes, con humor y descaro.

Y sigue construyendo, como construyen los ruidos que nos evocan obras de magnas construcciones. Así, sigue construyendo el escenario del creador, con imponentes y elevados soportes y pilares grandes que cuesta tanto levantar, así, a golpes, con ruidos violentos que no generan tanta inquietud porque él se asume en estos vaivenes interiores y físicos.

Estamos ante una pieza de lo peleado, lo roto, lo sufrido, pero lo siempre querido y deseado, lo gozado, lo reído. A lo que se le quita hierro o se le da peso y aturde, de lo que se ríe o burla como si le sacara la lengua a pasados que ya no tienen sentido, o sí. Y es que además hay humor. Cuando un artista sabe llevarte de la mano por tortuosos caminos vandeándote entre la tragedia y el humor o te acerca con la risa a terrenos duros y dolorosos o nostálgicos... te quedas ahí, incrustado. Te atrapa y quieres levantarte y hacerle una reverencia. Eso es, me provocas, me has pillado, no me lo esperaba, sigo contigo, haz lo que quieras conmigo, estoy en tu mundo. Desmitificarlo todo a la vez que le da el peso que tiene es grande, es inteligente.

Y esta pieza es inteligente, mucho, y pura y generosa, tanto que abruma. Entonces para, mira a los ojos, siento que me mira y me dice alto y claro, de nuevo, aquí estoy, esto soy, ni más ni menos.

Sorpresa la del Peta Zeta que agradezco y disfruto: saborear algo que pica, salta, incendia la boca... Siento que lo vive todo, que todo le chisporrotea desde el interior, lo vive desde dentro. Y se ríe de ello para pisarlo y quizás desecharlo.

El gran impacto que produce esta pieza, que desde que acaba quisieras volver a ver, me hace pensar en el papel del público. Abrumado por tanta sinceridad, por tanta claridad, tanto corazón abierto, tanto mundo interior, se ha convertido un poco en ese coreógrafo de contradicciones que busca materiales o que vive con ellos. Estamos impregnados de sus tortuosos y felices caminos y siento hasta vergüenza de haber entrado en su habitación, de haber visto y sentido tanto de él. Me quedo sin palabras, necesito quizás retirarme a la mía para volver a entrar a la que me dio paso con tanta generosidad. Pero estoy apabullada, aunque quiero más.

También quiero bailar, quiero moverme, expresarme, sentirme, conectar conmigo misma, porque inflama los corazones y los cuerpos, porque ha sido capaz de saltar hasta nosotros, meterse en nuestras cabezas con amor y sinceridad. La emoción ha acelerado los corazones, que ya no saben si llorar o reír, risa nerviosa. Las grandes vivencias aceleran al hombre, los sentimientos de verdad, los nervios de cuando sentimos con plenitud. Hemos percibido esencia, puereza y cuesta recuperarse.

El colofón final, un vídeo corto deliciosamente pensado, ejecutado, interpretado, dirigido, da la punzada final al corazón. El teatro en todo su esplendor, con sus galas de nuevo pero aún más evidentes, con sus plumas y maquillajes. La belleza más grande y la más decadente al mismo tiempo. A un ritmo perfecto, acuna el final para dejarnos reposar la intensidad vivida y depositar las vísceras que Guillermo nos ha regalado en nuestros brazos, queremos acunarlo todo, queremos acariciar tanta nostalgia, llorarla, pensarla, sufrirla o disfrutarla.

Y es que esta pieza es, además de todo, de un gran equipo, el de las grandes epopeyas, con un Guillermo para mí inmenso, Paloma Parra, con la iluminación, espectacular, Vitor Joaquim con la música perfecta, y un vídeo final desde hoy imprescindible.

Siento algo extraño, siento que pierdo algo, siento tristeza, pero mucha alegría, he visto la esencia, he visto la verdad más clara en mucho tiempo, la emoción pura, me he sentido pequeña y grande, me he sentido llena de amor, de sensaciones que hacía tiempo no alcanzaba, he sentido que aquí radica el sentido de lo que más amamos, aquí está el sentido de la creación, del acto escénico, del amor por la danza. Y no quiero nunca dejar de estar cerca de todo ello, porque con 'Material inflamable' se ama de verdad la escena...

... Se ama de verdad.



Fotografías: Pollobarba, en Costa Contemporánea.
Vídeo: Teatro Central

lunes, 1 de octubre de 2012

Ana Cembrero, tanto hecho y tanto por hacer


Ana Cembrero Coca nació en Valencia en 1983. Vive y desarrolla su profesión y pasiones en Bruselas, un ejemplo como tantos otros de la emigración de talentos.

Ana es una mujer de danza, de cine, pero sobre todo de mundo. Sus trabajos muestran el talento del trabajo condimentado con el bien vivir. El del pisar firme por lo aprendido y lo estudiado con la seguridad y desparpajo que da saberse mover por la vida, acumular experiencias, absorber sensaciones, mundos, gentes. De todo ello, Ana Cembrero ha extraído un universo que inevitablemente debía expresar, y curiosamente escogió dos mundos paralelos en su caso que hicieran los viajes creativos de ida y vuelta, hacia dentro y hacia fuera, la danza y el cine.

Su currículum en danza no deja indiferente a nadie desde que comenzó a formarse en danza clásica por la Royal Academy of Dance de Londres, para pasar a manos de algunos de los mejores profesionales de la danza contemporánea. Pero más allá de los difíciles y gratificantes caminos de la danza, interesa su puesta en marcha, interesa el momento en que Ana Cembrero comienza a producir, dirigir, realizar, coreografiar... Empieza su andadura creativa, junto a compañías europeas y en solitario.

Es su faceta de creadora en solitario, junto a la compañía inevitable y enriquecedora siempre de su compañero Jorge Piquer de la productora La Ignorancia, la que nos interesa. Con La Ignorancia comienza a desplegar sus recursos, sus deseos, su visión del mundo artístico, su visión del mundo.

Es completa, mucho, y por eso encontramos su nombre en coreografías o dirección y realización de cine, en concreto, videodanza. Este arte le llegó a Ana como revelación, como lugar exquisito en el que encontrarse y conjugar sus visiones coreográficas y cinematográficas. Y estudió, se empapó de la historia del videodanza, probó, pero sobre todo se puso en marcha, no tuvo miedo a nada... y creó.

Gracias a que llegó a ese punto en el que se encontró algún día, de absoluta clarividencia al conjugar dos disciplinas que dominaba, tenemos hoy piezas imprescindibles de la actualidad del cine de danza en Europa: 'Cinética', sobre todo, y VRTTI.

'Cinética' (premiada al mejor cortometraje en 38th Dance on Camera, New York) es pura emoción porque es poesía. Es gusto, el gusto de escoger la belleza que se refuerza con la energía y fuerza pasional, esa que tiene Ana Cembrero y que deposita en todo lo que hace. No es estética pura, no es fácil artificio o ese conformarse con lugares comunes que sabemos que recibirá el público con aplausos, no, es instintiva, delicada, pero fuerte, rítmica, placentera, reflexiva y de acción. La cámara acompaña al espectador porque acompaña al intérprete en coreografías limpias, dinámicas y libres de polvo y paja. La coreografía es sencilla y complicada a la vez, el escenario (Parque Natural del Cabo de Gata-Almería) invade la pantalla y toma protagonismo. Cambia la cámara, rápida, jugando y descubrimos recovecos coreográficos sobre nuevos escenarios que hilados descubren una historia de ficción perfecta.


Trailer Cinética from La ignorancia on Vimeo.

Percibo su valentía reforzada por una música única y excepcional, la valentía de arrancar con proyectos difíciles y de tanta calidad. Parece que Ana no tiene miedo y da la sensación de que haga lo que haga lo hará bien. El secreto está en saber escuchar ese mundo de sensaciones que le rodea. Escucha y observa, se empapa de las esencias que la provocan y dibuja con el cuerpo, la mente o la cámara escenarios bellísimos y sensitivos que parecen verso en prosa, bien narrada y con ritmo poético.

Luego llegó VRTTI, un juego lindo y muy grato, muy puro, muy sencillo y atrevido sobre la condición de ser. Intenso, de nuevo.


Vrtti :: TRAILER from La ignorancia on Vimeo.

Actualmente Ana se encuentra frente al nuevo proyecto 'Pulsión', una pieza de danza, que ha iniciado su real andadura en el programa de residencia de la Nave del Duende. Lugar para desarrollar sus gustos coreográficos, sus gustos performáticos. Y mientras tanto da clases de danza contemporánea, imparte cursos de videodanza (Costa Contemporánea), baila para otras compañías, etc.

Y es que alegra ver una trayectoria joven y tan llena, pero aún alegra más pensar en lo que aún puede dar: tanto hecho y tanto por hacer, seguiremos la pista a esta incansable artista porque creo que seguirá dándonos momentos inolvidables de danza y cine.



sábado, 31 de marzo de 2012

Veronese llega a Almería


La Voz de Almería, sábado 31 de marzo de 2012

Del maravilloso mundo de los animales: los corderos fue la obra escogida para cerrar el primer trimestre del ciclo Delicatessen. Y al llegar al Teatro Apolo descubrimos que esta imprescindible cita sigue su andadura otro trimestre más. Tres nuevos espectáculos consolidarán una programación exquisita para Almería. Acompañarán a las anteriores, geniales, de las que destaco mi fidelidad sobre todo a las dos primeras.

El jueves nos esperaba Daniel Veronese, nada más y nada menos, uno de los dramaturgos y escritores contemporáneos más internacionales del momento. La compañía Histrión Teatro decidió, tras expertos años en el teatro clásico, apostar por las corrientes actuales. Y viajaron hasta Argentina para conocer y dejarse guiar por este gran autor.

No siempre conseguimos escuchar todas y cada una de las frases que se declaman en teatro, a veces se nos van los pensamientos a otros mundos, los nuestros, pocas veces sentimos que formamos parte de la historia. Esta fue una de esas pocas ocasiones en las que el texto magistral y las interpretaciones nos permitieron mirar por una mirilla, de cerca, cada detalle de su mundo.

Nos sentimos cómplices de este drama social de dominados y dominadores en barrios conflictivos, familias desestructuradas y violencias contenidas y marcadas. Las venganzas, los rencores o la tensión llegan muy naturales, muy realistas, muy descarnadas. Estamos cerca de esa trama porque el fabuloso texto se dosifica como aflorarían nuestras miserias en la intimidad, desvelando poco a poco lo que no se sabe, se intuye o se da por hecho.

Vivimos su evolución hacia un clímax que se acerca vertiginosamente, con un ritmo propio de los grandes, lo esperamos, queremos saber y queremos ver cómo se desata toda la trama de engaño, secuestro, venganza, abusos sexuales, violencias... Nos acercamos y distanciamos de unos personajes potentes llenos de contradicciones, los queremos y los odiamos, seguimos sus pasos para ver qué nos deparan Histrión y Veronese.

Y llega el final en forma de trampa argumental, resuelto en una frase que hace dudar y deja mudo a un teatro que quizás buscaba otra cosa o, desconcertado, no entendió un final abierto. Tal vez no hay respuesta, como no la hay a esa pregunta formulada antes: “¿Por qué la gente se comporta como animales?”. Las respuestas están en nosotros y en otra frase repetida allí arriba: quizás simplemente... “las cosas pasan”.

Que sigan pasando cosas en el Apolo, eso es lo que importa.

domingo, 26 de febrero de 2012

'Espérame despierto', MOPA

Segunda entrega de Delicatessen. Con ella esta programación se consolida imprescindible. De nuevo el público respaldó el jueves una iniciativa que arriesgó quizás más que nunca; la danza contemporánea que se reconoce y se mueve por los circuitos actuales: Espérame despierto, de MOPA. Eloísa Cantón y Juan Luis Matilla llegaron con su sencillez y elementos sugestivos. Una pieza difícil para miradas poco entrenadas, las cuales, tras el primer impacto del silencio y la aparente dificultad, se dejaron llevar por la sutileza y las imágenes deliciosas.

No hay música, hay cucharas, un violín, un acordeón y dos bailarines vestidos de calle. Los movimientos se dosifican y enriquecen poco a poco entre diálogos corporales y musicales, bien gestionados con la contención y la explosión tenue. Dos personas se relacionan con sus propios lenguajes, los de sus cuerdas y vientos, los de sus cuerpos. Así, asistimos a los vaivenes cotidianos de una pareja que sueña y despierta en amores, odios y personalidades. Buscan su espacio, su palabra una y otra vez, se dejan amoldar o se rebelan ante los obstáculos del otro, siguen expresándose a pesar de la sujeción, y la música toma la palabra. Se encuentran o distancian en los lenguajes del otro, los comparten tocando a medias y enredándose los brazos y cuerpos con un acordeón que respira o un violín que gime. Es en los juegos con los instrumentos donde se producen las imágenes más bellas. Cogidas limpias, entrelazados sin titubeos o pausados contactos: ser uno mismo o convertirse en un único ser con cuatro brazos y misma piel.

Hay formas diferentes de moverse por los lugares, los comunes y los propios; en las relaciones avanzamos solos o acompañados, nos transportamos con nuestra identidad o a través del otro. Y así, vemos la sucesión de las geniales posibilidades de un dúo vivo.

Los sueños aparecen o continúan, no sabemos sus límites, pero seguimos su línea onírica. Como cuando soñamos, lenguajes incomprensibles, elementos surrealistas…, y la risa nos llega como si nada. Entonces puede respirar un acordeón al dormir y despertarse los abrazos veraces que conmueven y enternecen.

Vivir en duermevela, ser uno, ser dos, comunicarse, quererse, no entenderse, reclamar la voz propia, dejarse llevar por el cariño, rechazar que nos manejen… Disfrutamos soñando y nos emocionamos con el ingenio de las imágenes, punto fuerte que nos evoca las realidades más universales de las relaciones. Quedamos pensando, reflexivos y con el corazón despierto.


La Voz de Almería, 26 de febrero de 2012

Nerea Aguilar
Directora de Costa Contemporánea

lunes, 30 de enero de 2012