domingo, 31 de octubre de 2010

Poema Sinfónico n.º 2, de Anabel Veloso


Ayer estuvimos en el estreno de la última obra de Anabel Veloso en el Teatro Auditorio de Roquetas de Mar, Almería.


A Anabel Veloso y Alberto Ruiz ya nos sentimos unidos. Los sentimos compañeros de batallas y luchas y los sentimos cerca porque participaron en Costa Contemporánea, ofreciendo un fragmento de Poema Sinfónico n.º 2, además de su apoyo, sonrisa y ánimos para el proyecto, y porque son buena gente, muy buena, y te dan ganas de abrazarlos continuamente.


Son divertidos, muy divertidos, sencillos, generosos, alegres, pero sobre todo artistas. Queremos seguir de cerca sus duras empresas, sus desasosiegos e ilusiones y triunfos, con una caña entre manos y risas que quiten hierro a las barreras, y con la ayuda que necesiten. Porque creemos en su trabajo, y ayer constatamos que nuestro apoyo, el que espero que podamos seguir dándoles, no puede tener límite. Constatamos que merece la pena apostar por ellos, merece la pena que su obra se vuelva a representar, que tengan la oportunidad de volver a lucir su elegancia en un escenario, que se les reconozca el esfuerzo y el arte que van desplegando allí donde van.

Poema Sinfónico n.º 2 es una obra ambiciosa. A Anabel no le frenan los juegos al despiste ni los regateos económicos de ciertas personas e instituciones. No, ella se siente en la obligación de ser fiel a sus ideas artísticas y arrasa en medios y despliegues, en vestuario, músicos, escenografía... Su obra no es una obra cualquiera, ninguna lo es, son obras cuidadas en bambalinas, rieles, cables, atrezzo, medios, por meses y meses de duro trabajo.

Un director (el maestro Javier Latorre) se encuentra la escena de su orquesta abandonada. Ante tal sensación surgen los recuerdos de su pasado. Pero sobre todo presencia la vida que aquellos instrumentos abandonados van tomando en el cuerpo de los bailaores Anabel y Alberto. Un piano de teclas se vuelve orgánico y Anabel contonea su figura al toque que sugieren las manos de Alberto. Luego llegarán los cellos, la carpa... Son instrumentos que cobran vida, la excusa coreográfica para mostrar su baile más personal.


No nos aburrimos porque esperamos el próximo instrumento y nos sorprendemos ante la imagen de dos arpas, el instrumento y Anabel con un hermoso traje cuyos flecos evocan las cuerdas del arpa. No nos aburrimos porque escuchamos el cante de Gema Caballero en directo, porque vemos a Fred Astaire y su irrepetible danza y a un Alberto que al unísono agita el bastón y se mueve rápido pero personal y flamenco. No quitamos la mirada porque reaparece Javier Latorre a revisar su orquesta, a levantar las telas que guardan del polvo a sus instrumentos, a evocar sus recuerdos de éxito y disfrute escénico. Y entonces una tela ha dividido el escenario, y la iluminación cobra importancia y la escena parece más pequeña, cuando a ritmo de guitarra y percusiones, se ilumina la parte trasera y Anabel y Alberto aparecen detrás del tapiz para bailar, en penumbra, como entre recuerdos del maestro, junto a él, con cuidado y fuerza a la vez.

Si además no sólo nos dejamos llevar por el hilo de la obra, sus sorpresas y juegos de imágenes, metáforas, evocaciones, alusiones a otras obras, a otros artistas, a otras épocas, sino que frenamos nuestra ansiedad como espectadores y nos dejamos llevar por cada salida a escena de los bailaores, entonces, descubrimos lo fácil que nos lo está haciendo Anabel.
Porque sus coreografías son distintas, tienen una marca especial, muy personal. Su baile, sobre todo el de Alberto y Anabel, es el baile de lo bien aprendido y bien reinterpretado.
En danza, en cualquier tipo de danza, es fundamental el ritmo. Y Anabel y Alberto saben darle ese ritmo que engancha y que hace disfrutar. Empiezan suaves, lentos, entreteniéndose en las posibilidades de sus brazos, en la belleza de las imágenes que crean y de la comunicación que emana de ambos. Muestran despacito sus posibilidades, como a cámara lenta. Siento que me dicen, sin querer decirlo, que no tienen prisa en mostrar sus fantásticos y rápidos zapateados, porque su baile es el de dosificar para disfrutar y hacer disfrutar, y, sí, así nos quedamos embobados en sus giros lentos, en sus brazos y pechos abiertos y grandes. Todo lo que sabe Anabel lo ha digerido con un arte calmado y tan elegante que hace que cuando llegan al zapateado rápido, ese que tanto nos sorprende a los ignorantes del flamenco, hagamos la digestión de la comida más placentera, la que empieza poco a poco y parece que nos deja con ganas y entonces nos sorprenden los ingredientes acelerados, fuertes e intensos. Así sí, así se puede regodear desde el principio el espectador con todo lo que nos ofrecen.

Además de la emoción que sus gestos, sus imágenes, su sensible utilización de los tiempos y espacios escénicos transmiten, además me doy cuenta, y disfruto enormemente de ello, de que la concepción de Anabel del baile es profundamente innovadora.
No nos ha querido sorprender a la primera con las virguerías que pueden acabar aburriendo a los diez minutos; se hace dueña de los tiempos, las músicas y el espacio de manera ambiciosa y natural. Sólo son dos y a veces tres bailaores, pero parecen muchos más porque a diferencia de otros artistas gestiona las posibilidades escénicas y espaciales sin miramientos.

Y la modernidad no sólo reside en la utilización de estos recursos bien aprendidos y bien reinterpretados, sino que la vemos también en sus propios pasos. Y ahí mi emoción, como danzarina de danza contemporánea, se ve doblemente recompensada. Anabel es una bailaora muy contemporánea. Sé que ha tomado clases de esta disciplina, pero lo más importante es ver la capacidad que tiene de fusionarlo (dejando de lado las manidas fusiones del flamenco y el contemporáneo) de una manera tan tan natural. Y me encantan sus brazos que sorprenden porque acaban contemporáneos, que luego vuelven a abrirse tan flamencos y hermosos, pero que se frenan o bajan en seco para girar casi con el pie en flex, o cómo utiliza una segunda, una ondulación del pecho o un cambré para ser la más flamenca o la más hermosa contemporánea.

Mucho gusto, mucho estilo, mucha elegancia, mucha inteligencia es lo que hace falta para que esta unión de ingredientes no hubiera producido un espectáculo abarrotado y hasta agobiante, lleno de elementos, recursos, referencias, pasos de todo tipo y origen. La clave está en esa elegancia y buen arte, que cuando se envuelven en un sabio uso del tempo y un gusto calmo y lleno de goce es cuando se consigue que una obra, sea corta o larga, tenga dos o veinte bailarines, enganche de las tripas al espectador.

Si queremos poner alguna pega, que para mí no las hay, sería que tal vez vi que podían dar más de sí. Seguramente el cansancio acumulado, algunas preocupaciones y el compromiso que llevaban a cuestas hicieron que esos momentos que de verdad saben atrapar no fueran aún más hermosos y grandes.

Y esta pega tiene una solución, que se reconozca más su trabajo, que actúen de nuevo y que se apoyen de cabo a rabo sus producciones, y entonces sí, sólo se dediquen a bailar con esa pasión con la que tienen que bailar, lo que les mueve y les hace estar en la cima del arte con mayúsculas. El arte hecho con pasión y sinceridad. Ellos tienen eso y mucho más, y lo que les falta les llegará, estamos seguros.
Fotografías: Pollobarba

sábado, 28 de agosto de 2010

La revista Ajícara

"Ajícara cumple su primer año de vida y el equipo al completo lo vive con la firme convicción de convertir esta revista en una plataforma mucho más dinámica, más reivindicativa y moderna" (Sara Molina, directora de contenidos)

Así hablan Sara y David, con ilusión, entusiasmo, con ideas que se agolpan en sus cabezas, con proyectos a medio y largo plazo, con ambiciones posibles aunque difíciles, con el peso del trabajo a sus espaldas, con lo más duro de los inicios ahora macerado con el azúcar de la satisfacción y el deseo de seguir con y para la cultura.


Costa Contemporánea se siente cerca de su trayectoria y sus aspiraciones. Se siente cerca porque ambos movemos nuestros proyectos con la misma pasión, desde la nada prácticamente, tras un viaje de llegada desde las grandes ciudades hasta el campo almeriense y con la convicción casi total, a pesar de los riesgos evidentes, de que incluir, apoyar, fomentar, crear, acercar... la cultura a la provincia de Almería es posible.




Almería, esa pequeña olvidada por sus mismos actores, esa en la que ni siquiera las administraciones le confían la capacidad de estar preparada y abierta a la cultura. Sin embargo, algunos, los que llegamos de fuera y los que están luchando dentro, nos negamos a ello. Nos negamos y lo intentamos. Ajícara se la rifan los ciudadanos, la conocen, la piden y se alegran de tenerla en sus manos. Y Ajícara es cultura, y, por lo tanto, los almerienses necesitan que les llegue la cultura al mismo nivel que los que nos movemos en ella necesitamos ver que la tienen accesible.

Así, en un año la revista Ajícara se ha consolidado entre los medios de comunicación de la zona como la única y más valiosa herramienta de comunicación cultural, el más sincero y cuidado material de los mismos habitantes de Almería, el lugar, el foro de conexión de los que queremos a la provincia y confiamos en ella. Sus contenidos, su trabajo, su autoexigencia, el mimo y la dura dedicación, incluso los disgustos, todo está en esas publicaciones bimensuales, todo maquetado con la pasión que se huele al pasar las páginas, que se percibe por el tacto cuando leemos a sus colaboradores.

Y Ajícara se vuelca con nuestro proyecto. Evidente. Para ellos no hay dudas, cómo no apoyar proyectos que desean fomentar la cultura en Almería. Para ellos es lógico, como para nosotros seguir a su lado y ayudarles también en su permanencia y crecimiento. Apuestan por nosotros, apuestan por lo que puede ser un proyecto más grande, no sólo un curso intensivo, sino un proyecto grande en las actividades, en los participantes, en los anhelos y objetivos.

Como el nuestro, el suyo empezó y continúa gracias a la ayuda de los colaboradores más generosos, no los olvidemos, que creen en ideas, en las grandes ideas. Sin esos colaboradores ni Ajícara ni nosotros iríamos por estos caminos tan prometedores.

Y en todos estos viajes creativos y de proyectos por fin nos vamos encontrando algunos y por fin podemos sonreír porque somos más, aunque dispersos, los que nos movemos por las mismas cosas. Nos encontramos, sonreímos porque nos parecemos, nos animamos los unos a los otros, le damos vueltas y pensamos constantemente en las posibilidades, y de nuevo nos damos cuenta de que existen posibilidades más allá de los límites que creemos ver. Sólo hay que tener ideas, sólo hay que creer en la cultura, sólo hay que moverse con pasión, como cuando danzamos, como cuando escribimos, como cuando creamos...

En Costa Contemporánea estamos felices de saber que aquí, sí, entre pitas, aloes, cactus y chicharras, hay gente que se mueve como nosotros con esa pasión de creer en sus ideas y luchar por ellas. Las grandes ideas son las que mueven el mundo. Y las nuestras, las de Ajícara y las de Costa Contemporánea, son grandes porque las hacemos con pasión, mucho mimo, mucho trabajo y mucha ilusión. Y Costa Contemporánea además hoy ha crecido unos centímetros al encontrarse con la más alta del grupo, con Ajícara.

Hoy queremos mover el mundo, hoy queremos mover nuestros pequeños mundos, hoy queremos más cultura.




Anabel Veloso. Entrevista a esta bailaora almeriense, nacida del mar

viernes, 16 de julio de 2010

Presentación del trabajo en residencia de Michelle Man


El sábado 17 tendrá lugar en la Nave del Duende la muestra de la primera fase del trabajo en residencia de Michelle Man.
Hora: 22.00
Lugar: La Nave del Duende





Coreografía: Michelle Man

Composición musical: Fran MM Cabeza de Vaca

Bailarinas: Carolina Blutrach Jelín, Iris Muñoz García, Libertad González Abad, Aiala Etxegarai Mendiguren, Michelle Man

Escenografía: Elena Pérez Garrigues y Daniel Blanco Cohen - NINOM

Vestuario: Irene Cantero

Iluminación: Michelle Man

Escritora visitante al proceso de creación: Nerea Aguilar Sanz


Estamos ante la primera fase del trabajo creativo de 15 días del proyecto TENT. Por primera vez Michelle Man ha podido llevar a cabo un trabajo en residencia en compañía y de estas magnitudes, en la Nave del Duende. Quince días de convivencia, trabajo, creación y profundización en las claves que cada disciplina debía aportar al proyecto.
Este proceso culmina en la muestra de una pieza que será reflejo del trabajo de indagación en el lenguaje corporal y su relación con la música, así como con la escenografía y el vestuario, en caminos de ida y vuelta. Así, se trata de la muestra de un trabajo coral en el que el músico, la coreógrafa, los bailarines y los arquitectos han ido creando en común, se han dejado contagiar por las distintas propuestas, para llegar a una pieza que refleja la evolución de un trabajo absolutamente rico, fruto de una esfera de intercambio y comunicación.

martes, 15 de junio de 2010

Nuevas fechas en Costa Contemporánea

Foto: Pollobarba
Cambiamos las fechas de Costa Contemporánea para que quienes quieran asistir lo tengan más fácil:

Puente de octubre: 9-12 de octubre, llegada el 8.
Más información, inscripciones y dudas en la página oficial.

lunes, 31 de mayo de 2010

Estreno web Costa Contemporánea


Ya tenemos una página web para Costa Contemporánea

Ya se ha abierto el plazo de inscripción, reserva tu plaza.


Bienvenido a tus vacaciones en danza.

Fotografía: Pollobarba

miércoles, 26 de mayo de 2010

Wim Vandekeybus y Pascal Magnin

Ya sabemos que la danza contemporánea sufre sólo de los límites que le queramos poner, por lo que por lo tanto son relativos. Uno de los límites que cada vez supera mejor, y de cuya superación sale tan fortalecida, es el del espacio.

Se bailan las calles, las bibliotecas, los museos, los semáforos y hasta la playa...

Wim Vandekeybus realizó en 2005 esta hermosa película danzada. Belleza y perfección hasta sobre la erosiva arena de playa de su Última vez.
Fantásticos como siempre los bailarines, pero sobre todo la hermosura de algunas imágenes, las que nos da una película en la que se demuestra, una vez más, que se puede bailar casi todo.




O la película Dance for camera, de Pascal Magnin, y sus danzas en el campo y en el agua:



jueves, 20 de mayo de 2010

Sara Román en Provisional Danza


Me topo con esta bella mujer y aún más preciosa bailarina en unas fotos de Miguel Ángel García de una coreografía de Provisional Danza.

La conocí en la escuela de Carmen Senra. Hay gente que verdaderamente nace con un don para la danza. Casi no tenía experiencia a sus espaldas ni siquiera en clásico, y se manejaba como pez en el agua entre los movimientos fluidos, la relajación de la cabeza, la precisión técnica...

Anuska Alonso, de la que he hablado antes aquí, y Sara me hacían sentirme dentro de una puesta en escena en cada clase. Sobre todo porque se veía claramente su potencial. Anuska es ya muy grande, y me alegra que Sara esté con Carmen Werner, que esté a la vista.
Ahora sólo espero verla en directo y confirmar mis predicciones de hace tantos años ya.




miércoles, 19 de mayo de 2010

Costa contemporánea. Curso intensivo octubre


Ya está en marcha el curso intensivo de danza contemporánea Costa contemporánea que estamos organizando en la costa de Almería para octubre de 2010. Los detalles se irán mostrando en el blog costacontemporanea.blogspot.com.


Un taller de danza de cuatro días con Michelle Man y Guillermo Weickert, de investigación, creación, actuaciones, espectáculos y vacaciones, con alojamiento y desayuno incluidos en el paraje natural del cañón del río Aguas.

viernes, 16 de abril de 2010

Líneas en movimiento. Luis Martínez


En esta ocasión nos acercamos al arte gracias a uno de los mayores ilustres visitantes de este blog, Luis Martínez.



Y debemos acercarnos más cuando vayamos a la inauguración de su exposición:






Jueves, 22 de abril
Galería María Correas
Padilla, 1
28006 Madrid





Las líneas para mí son la mayor expresión del movimiento. El punto se queda atrás (pero presente en su pasado) y la fuerza, impulso, energía, atracción, etc. se hacen presentes, parecen querer decír aquí estamos y nos mostramos porque nos movemos, porque estamos dejando huellas gracias a nuestro movimiento.

Un movimiento apoyado a veces por el color, que ofrece sombras y fondos y espacios. Ofrece planos, distintos planos en los que de nuevo imaginamos al hombre en movimiento porque nos podríamos desplazar por ellos.

Una bella obra al alcance de nuestra vista, al alcance de nuestra humilde percepción. No necesitamos más, porque se muevan o no las líneas de Luis Martínez, se atraigan o no los puntos de su arte y se solapen o no los planos en sus obras, todo eso al final nos da igual porque lo que importa es lo que nos mueva a nosotros, y porque "Tanto menos se goza de las obras de arte cuanto más se entiende de ellas" (Adorno).

Y yo no entiendo nada, yo percibo y siento.

Yo no entiendo, pero me gusta el arte de Luis Martínez.







miércoles, 17 de marzo de 2010

De vuelta al cuerpo y la mente: yoga Iyengar

Tras unos meses de ausencia, en los que el cambio de residencia, de ritmos, de mentalidad, etc. han hecho que me silencie en exceso. Tras haber ejercitado mi danza sólo de manera intensiva con el objetivo de prepararla para las actuaciones del Día de la Mujer. Tras decidir que no puedo dejarme de lado aunque alimente mi cuerpo y espíritu ahora que vivo en un lugar más saludable. Tras todo ello, he vuelto a mi cuerpo y mente tomando clases. De momento comienzo con el yoga Iyengar.

Es un placer verme de nuevo ante un profesor, rodeada de alumnos en silencio que escuchan y aprenden. Es un placer dejarse llevar por las indicaciones, que te entran por los oídos y que recibe tu cuerpo. Es un placer moverse y conocerse a uno mismo en el movimiento, en la respiración, en la fuerza, en la constancia, en la lucha, en la búsqueda de la serenidad.

El yoga Iyengar, siempre recomendado para bailarines, es muy duro físicamente. Con eso ya me engancha, por mi perseverancia en el perfeccionismo y en la lucha por mejorar cualquier cosa que considero necesaria para mi bien. Es un ejercicio difícil porque conjuga muchas cosas, porque te lleva a límites insospechados, a los que es posible llegar gracias a una relajación y confianza, una meditación difíciles también de alcanzar. Duelen algunas posturas, duele rotar la cadera en sentidos opuestos porque cada pierna debe tirar a un lado. Duele sacar el pecho, proyectarlo mientras realizas una postura aparentemente incómoda. Duele pero gusta.

Gusta porque quien te sabe dar bien una clase inspira la confianza y la paz que necesitas, porque confías en que en ese ambiente de calma tu cuerpo está más receptivo a lo que le pidas.
Me gusta porque me miro con los ojos del cuerpo sin espejo, y aún no me encuentro, aún no saben mirar mis ojos y ser conscientes de que estoy bien colocada, porque lograr esa conciencia corporal requiere su tiempo.

Me gusta porque es un reto a mi necesidad de ejercicios dinámicos y activos, por lo que me gusta buscarme en situaciones de paciencia, calma y resistencia. Me gusta investigar en mi cuerpo y sentir todas sus partes, los hombros, los abductores, la cadera, los omóplatos, y, aunque no me lo indiquen, seguir buscando, seguir alargando, seguir estirando, seguir llenando el cuerpo, seguir respirando, y cada vez que respiro buscarme dentro. Porque mis retos están en tantas partes que sentirme que los busco poco a poco me llena de placer.

Necesitaba una clase, necesitaba sentirme en cuerpo, como dice Michelle, que para mí también significa sentirme en mente, algo muy ligado al yoga, donde van tan unidos ambos polos.

No sé si llegaré a las inquietantes posturas de esta disciplina, no sé si conseguiré hacerlas sin esfuerzo, o troncharme flexiblemente respirando y gestualizando la calma. Pero sé que desde mi inexperiencia y humildad, abriré esos ojos corporales para llenar lo físico de mente abierta y deseosa de aprender algo tan complicado y hermoso a la vez.

Fortaleceré mis músculos, seguro, flexibilizaré mi dura constitución, respiraré mejor y viviré más acorde con esta etapa de calma, en mente y cuerpo.

Me falta bailar, aquí es difícil. Necesito bailar, pero sabía que para empezar, y mientras encuentro cómo, el yoga me daría paz y ejercicio necesarios como para afrontar mi vuelta al trabajo constante de la danza. Mientras, aprendo y disfruto del yoga Iyengar.